ARQUEOLOGÍA DEL PERÚ

 

 
ACERCA DEL SIMPOSIO
"COLECCIONES DE MUSEOS e INVESTIGACIÓN - Perspectivas críticas contemporáneas"

por: Victor Falcón, María Amalia Ibáñez y Henry Tantaleán

 

ÍNDICE

Seguramente, alguna vez nos "tropezamos" con objetos acopiados en colecciones de museos, cuando no tuvimos que ver directamente con ellos al ser el centro de nuestro quehacer profesional. Esto le sucedió a uno de nosotros durante una docena de años de labor en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (MNAAHP) de Lima (http://museonacional.perucultural.org.pe) -creado por afán y obra de Julio C. Tello. En ese trance, fuimos testigos del estado de conservación de muchas de sus colecciones como, por ejemplo, aquella que rescatamos del "Depósito G", un viejo y precario galpón donde se encontraba -entre muchas otras- parte de la colección de Spondylus que Alberto Giesecke recuperó en sus trabajos de limpieza de la fachada escalonada del "Templo Pintado de Pachacamac" en 1938. Según Giesecke, él remitió al MNAAHP "unas cien cajas" de objetos producto de su limpieza. Nosotros sólo encontramos una conteniendo varias especies de grandes moluscos de mares cálidos, cuyo resultado expusimos en el 51 Congreso Internacional de Americanistas de Santiago de Chile (2003).


Templo Pintado de Pachacamac (Foto: V.F.H.)


Caja de moluscos rescatada del "Depósito G" (Foto: V.F.H.)

En otra ocasión, presenciamos el rescate -de este mismo depósito -de la importante colección formada por las excavaciones que el arqueólogo alemán Heinrich Ubbelohde-Doering (1889-1972) realizara en Pacatnamú (Pacasmayo), constituida por textiles, objetos de metal, plumas, etc. con sus envoltorios carcomidos por xilófagos. Las temporadas de campo de Ubbelohde-Doering en ese sitio fueron realizadas entre 1937 y 1963. Esta colección está en el mismo lugar, a la espera de revisiones actualizadas que liberen su potencialidad para el conocimiento de esta importante urbe prehispánica de la costa norte del Perú.


Textil procedente de Pacatnamú. Colección Ubbelohde-Doering del MNAAHP (Foto: Dante Casareto)

Este tipo de episodios siguieron vigentes con continuos hallazgos. Esta vez, realizados en el ciberespacio gracias al trabajo de Antonio Murro, Assistant Curator de las colecciones precolombinas de Dumbarton Oaks (http://www.doaks.org). La recurrencia de estas y otras experiencias nos hicieron convocar a un evento que tuvo por principal objetivo analizar críticamente la problemática de las colecciones, así como, fomentar la investigación que puede surgir desde los objetos arqueológicos, etnográficos e históricos, etc. depositados en los museos del Perú. Sin embargo, posteriormente, ampliamos el llamado al continente debido al interés que suscitó entre los colegas allende nuestras fronteras.


Víctor Falcón, María Amalia Ibáñez y Henry Tantaleán coordinadores del evento.

Al mismo tiempo, se buscó estimular y ubicar la investigación de las colecciones como una de las tareas principales en estas instituciones, contribuyendo a posicionarlas como entes importantes de producción de conocimientos científicos. En el caso de los museos de arqueología, historia y etnografía, estos tienen en común que sus colecciones poseen una antigüedad que los coloca como objetos que forman parte de la memoria colectiva de una sociedad o comunidad y, en los cuales, deberían verse reflejados. De esta manera, la historia de la formación de los museos, frecuentemente, está íntimamente ligada a los edificios sedes, convirtiéndose en monumentos históricos como, por ejemplo, el MNAAHP.

Entre los objetivos del museo moderno se enumeran los de exhibición, conservación, proyección social e investigación. Sin embargo, con no poca frecuencia, este último aspecto es dejado de lado o, en el mejor de los casos, tiene escasa importancia dentro de las prioridades de los museos nacionales. De hecho, existen "áreas de investigación" en muchos de esos museos pero que, frecuentemente, no desarrollan una dinámica acorde con el pulso de la investigación fuera de dichas instituciones. Este hecho no sólo se refleja en la discreta producción científica de los profesionales que laboran en estas instituciones, sino también, en sus revistas o series impresas que constituyen uno de los canales de comunicación social de esta producción.


Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (Foto: V.F.H.)

Con tal fin, organizamos el simposio que aquí sintetizaremos en dos ejes: Mesas temáticas y Mesas redondas.

En las mesas temáticas reunimos los aportes de los participantes en función de aspectos comunes a la exposición. Así tuvimos: 1) Colecciones de museos públicos, privados, rurales, municipales y/o comunales. Potencial para la investigación, 2) Colecciones de museos y exposiciones. Investigación y exhibición, 3) Colecciones de museos y derechos legales, 4) Nuevos museos y la organización de sus colecciones en función de criterios para la investigación y 5) La visión de los pueblos indígenas sobre el patrimonio cultural en/y los museos. Inclusión social, participación e interculturalidad.

Las mesas redondas trataron los temas en función de un conferencista central acompañado por profesionales que comentaron la exposición, así tuvimos las siguientes mesas redondas: 1) ¿Por qué investigar colecciones de museos?, 2) ¿Se fomenta la investigación de colecciones de museos en el Perú? y 3) La visión de los pueblos indígenas sobre el patrimonio cultural en/y los museos.


Museo de Sayán (Huaura-Lima). Nótense las piezas de cerámica en el estante, al alcance del visitante y los cráneos sobre los textiles doblados. Toda la colección es precolombina. Urge un asesoramiento mayor a los museos municipales (Fotos: V.F.H.).

A continuación, presentaremos en esta crónica-reporte acerca del simposio sólo algunas de las comunicaciones presentadas en este simposio para resaltar algunos de los principales temas tocados en esta reunión internacional. Más adelante, publicaremos todos los aportes.

De esta manera la primera mesa redonda: "¿Por qué investigar colecciones de museos?" Javier Alcalde (UNMSM) comenzó su intervención señalando la pertinencia del tema que nos reunía pero con la antípoda -tal vez diagnóstica- del poco interés por parte de los responsables de algunos museos limeños con quienes había conversado que "no mostraron demasiado interés por participar". De ahí se desprende que no existirían vocaciones sinceras ni gestiones facilitadoras y transparentes, en algunas instituciones que en muchos casos, son públicas. Otra de sus preocupaciones fue el aspecto epistemológico del investigador que se traslada al estudio de las colecciones patrimoniales. En esta línea habló sobre la variedad de teorías del conocimiento en la "gestión del conocimiento y su relación con el acervo de los museos". Esta variedad la hace un elemento complejo de múltiples facetas como, por ejemplo, ser parte de un sistema de "mercancías" cuando son usados como base para la creación artística; son probatorios de hechos pues participaron de ellos, aunque muchas veces no hayan sido estudiados con la profundidad que merecen; la documentación generada en el proceso de investigación científica de los propios investigadores que -con no poca frecuencia- no hemos culminado la investigación de nuestros propios materiales, etc.

En este sentido, Alcalde manifestó que es necesaria una mayor transparencia en los trabajos científicos, lo que redundaría en una gestión más eficaz del patrimonio. Los investigadores, muchas veces, manejamos la información generada por la comunidad científica de manera restringida y autocomplaciente; buscamos el suceso, reforzar nuestra imagen o los "aplausos" de la galería -léase público en general-, pero tratamos de no exponernos a la crítica de otros colegas. En muchos casos, los arqueólogos actuales no aquilatamos con justicia los trabajos de los colegas que nos precedieron y frecuentemente caemos en el "desprecio" o "escepticismo" de ellos sin un ejercicio de autocrítica.


Colección de fragmentos cerámicos del periodo Formativo en el Museo de Jaén, Amazonas. Nótese la ausencia de referencias en la vitrina (Foto: Mónica Suárez Ubillús).

Concomitante con ello, por ejemplo, algunos profesores universitarios alientan a los estudiantes a excavar o prospectar antes que a investigar colecciones de museos, llegando a "prohibirlas" o no considerarlas pertinentes y suficientes para optar grados o títulos: se es verdaderamente arqueólogo/a cuando se excava. Asimismo, según el ponente, sería como decir, "extraigan más objetos sin preocuparnos por los que ya tenemos extraídos". Finalmente, Alcalde fustigó a aquellos "museos escaparates" que impiden la "recreación del patrimonio cultural" en sus circuitos de visitas y hacen que los visitantes -antes que disfrutar- "sufran" sus recorridos. Alcalde finalizó expresando que estaría de acuerdo con una "veda arqueológica", pues la mayoría de los proyectos arqueológicos operan casi sin recursos para conservar y desarrollar la investigación de sus materiales y la necesaria publicación.

Seguidamente, Víctor Curay del Museo Nacional de Sicán (http://sican.perucultural.org.pe) volvió a señalar el poco interés mostrado por el público especializado y en general por el tema central del simposio. Nosotros pensamos que es lógico esperar esta situación inicial y, en este sentido, tampoco nos extrañó la ausencia de las autoridades que tienen a su cargo el manejo del patrimonio cultural del país. Los organizadores -por experiencia personal- sabíamos que era un tema poco "marketero", pero no, por ello, menos importante y es que, tácitamente, convenimos que era eso precisamente lo que hacen los simposios académicos: discutir temas que el mercado no necesariamente favorece pero cuya pertinencia está fuera de duda en una perspectiva seria de la problemática. La colección de Machu Picchu en Yale lo expone meridianamente y nos releva de mayores comentarios.


Museo Nacional de Sicán (Foto:V.F.H.)

Siguiendo con la contribución de Curay, este investigador recordó a un Director del fenecido Instituto Nacional de Cultura (INC) que en una reunión con arqueólogos que laboraban en museos estatales les "llamó la atención por la casi nula producción científica de la gente que trabajaba para el Estado". Pronto, la inicial perplejidad de los colegas fue reemplazada por la reflexión sobre esa "llamada de atención", evaluando sus posibilidades de investigar en un contexto en donde las tareas administrativas los absorben en gran medida. Esta situación hace recordar también -al primero de los autores de esta nota- cierta vez que, curiosamente, también un ex -Director del INC visitó el departamento de investigaciones del MNAAHP en donde, entonces, laboraba. A nuestra pregunta de por qué no se "reactivaba" la revista Arqueológicas para dar a conocer nuestras investigaciones, nos espetó: "ustedes deberían buscarse dónde publicar". Fue testigo de esta "reprimenda" -y permiso tácito de publicar fuera de la institución- un colega que pocos años después sería Director del MNAAHP.

Aparentemente, los directores de los entes culturales peruanos realizan una suerte de exorcismo de sus propias limitaciones. Incapaces de impulsar las tareas propias de museos modernos, se encuentran sometidos a la "confianza" invocada en su nombramiento por parte de los políticos de turno. El resultado es un crónico enervamiento de las instituciones culturales estatales y el mediocre cumplimiento de sus tareas incluyendo, por supuesto, el desarrollo de investigaciones sostenidas, la producción científica y la publicación correspondiente. Al parecer, la solución a esta situación recurrente pasa por hacer de las instituciones culturales - museos en este caso- más independientes de los avatares políticos, dejando su conducción en manos de personal con credenciales técnicas.


Victor Curay del Museo Nacional de Sicán.

De acuerdo con Curay, la pregunta de la mesa implica un compromiso ético pues los actores que intervenimos directamente en la formación de las colecciones debemos ocuparnos de su destino, empezando por las condiciones de su almacenamiento. Por otra parte, habría diversas formas de abordar una colección, donde la interdisciplinaridad ocuparía un lugar importante. Desde esta perspectiva, una colección no es propiedad exclusiva de un investigador en particular, sino que debería estar a disposición de las diferentes miradas de los colegas que podrían develar aspectos insospechados.

Curay continúo planteando la gestión de las colecciones considerando "aliados estratégicos" subutilizados, como pueden ser las universidades. Comentó que en su época de estudiante había un curso en donde se asignaba al estudiante una colección para su estudio; sin embargo, a los pocos años, ese curso fue eliminado de la currícula. La especialización en la arqueología haría que las colecciones en los museos asuman potencialidades antes insospechadas, especialmente para los estudiantes de las universidades. Finalmente, demandó un sinceramiento del estado de la cuestión en cuanto a las colecciones de museos, intercambiando experiencias en foros que convoquen especialistas con el compromiso de mejorar su desempeño profesional en los museos y de sensibilizar a la comunidad al respecto.


Achim Lelgemann de la Universidad San Luis Potosí (México).

Seguidamente, pasamos a comentar la comunicación de Achim Lelgemann, arqueólogo alemán catedrático de la Universidad San Luis Potosí (México) en donde, además, es investigador. Lelgemann manifestó que como servidor público está sujeto a reglamentos y obligado a justificar objetivos en los cuales se invierten los recursos estatales. Cuestionándose aún más sobre nuestra labor y necesidad en sociedades como las latinoamericanas, se preguntó: "¿Son aún los museos los lugares adecuados para conservar objetos patrimoniales?, ¿La digitalización de los datos nos ofrece la posibilidad de almacenar directamente los objetos?, ¿Podemos estudiar los objetos o colecciones en los gabinetes y luego deshacernos de ellos?". Dijo que los profesionales que nos dedicamos a estas tareas estamos convencidos de su importancia; en cambio, el servidor público (léase burócratas administrativos) no tiene muy claro por qué invertir -a veces montos elevados- en "el estudio del pasado", en países como México con problemas sociales graves similares a los de Perú.

Hace unos años, cuando Lelgemann estuvo dedicado a reunir colecciones repartidas entre Berlín occidental y oriental surgió la cuestión de mantener el nombre mismo de "museo de antropología" surgiendo la incógnita de que si "nuevos tiempos" tal vez demandaban nuevas fórmulas de presentación. ¿Por qué no hay voluntarios jóvenes en los museos?, ¿Es que su obsolescencia abarca su designación?, ¿Por qué no atrae al público en general?, ¿Esto expresa un fracaso implícito del trabajo de estas instituciones y su justificación social?. El estudio de los acervos distinguiría dos grandes categorías: 1) Colecciones formadas entre los s. XIX-XX con los sesgos de aquellas épocas y 2) Colecciones formadas por proyectos modernos, y las ingentes cantidades de restos y su variedad, con la especialización que implica su estudio profundo. Lelgemann finalizó diciendo: "es hora de reconsiderar nuestras posibilidades y nuestras obligaciones como servidores públicos".

Luego de las ponencias arriba comentadas, Henry Tantaleán, moderador de la mesa, incentivó la discusión sosteniendo que muchos de los museos mantienen una "perspectiva ilustrada del objeto por el objeto" sin una producción social de por medio que justifique su presencia. Los ínfimos recursos que se le destinan no favorecen la investigación en el Perú y, en contraste, los recursos que circulan en el ámbito de la "arqueología de contrato", por ejemplo, produce ingentes cantidades de colecciones arqueológicas. Sostuvo, además, que los proyectos de investigación extranjeros frecuentemente construyen sus propios depósitos de materiales y colecciones siendo que, por ley, éstos deberían ser proporcionados por el Estado y sus instituciones respectivas. En este contexto se abren paso los "gestores culturales" que se tornan necesarios para la búsqueda de recursos que solventen los proyectos culturales.


Mesa redonda 1:¿Por qué investigar colecciones de museos?. De izquierda a derecha: Achim Lelgemann Herden, Javier Alcalde y Víctor Curay. Moderador: Henry Tantaleán.

Interpelando a Javier Alcalde sobre la relación institucional entre los investigadores del staff de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y el Museo de Arqueología y Antropología (http://www.ccsm-unmsm.edu.pe/arqueologia/index.htm) de esa universidad. La respuesta de Alcalde no fue alentadora, pues este deseable vínculo y coordinación no se da en la práctica, incidiendo en la formación de los estudiantes de arqueología. Además, su escuela de arqueología no promovería la investigación integrada y planificadamente a pesar de que cuenta con un proyecto de campo en el famoso sitio Formativo de Pacopampa (Cajamarca) que, también, se encontraría funcionando aisladamente. El sinceramiento de Alcalde, catedrático de la UNMSM, dejó en claro que la integración y articulación intersectorial de esta importante universidad debe ser "aceitado". De este modo, surgió claramente la necesidad de gestionar el conocimiento y la información producida científicamente, en base a un diagnóstico y pronóstico de la comunicación, su flujo y su valor para la sociedad.

Como dijimos, esta crónica comentará sólo algunas ponencias. Prosiguiendo el desarrollo del simposio y, por su interés en la formación de estudiantes, el aporte de José Luis Fuentes Sadowski: "La colección de Huaca La Florida en depósitos de museos y la cronología del Formativo de la costa central del Perú", fue muy ilustrativo. Este estudio fue base de su investigación para su tesis de licenciatura en arqueología por la UNMSM. Por ser atípica, exitosa y pertinente nos explayaremos con algún detalle sobre ella.


José Luis Fuentes Sadowski.

Las colecciones de cerámica revisadas para la investigación de Fuentes estaban depositadas en el MNAAHP y el Museo de Arqueología y Antropología de la UNMSM. Señaló que él convino en re-analizar estas colecciones arqueológicas por su valor inherente y que para efectos cronológicos y por sus implicancias sociales comparó con la secuencia maestra del Formativo en la costa central procedente de Ancón. Así, según Fuentes, por ejemplo, la fase "Florida" de Hermilio Rosas se nombra por su parecido a cerámica de la "Huaca La Florida" (1,700-1,500 a.C.). Este "Templo en U" estaba compuesto inicialmente de 47 montículos pero, debido a la expansión urbana de Lima, ahora sólo quedan 3 de esos montículos dentro de las instalaciones del Club Sporting Cristal en el distrito del Rímac.


Vista del montículo principal de la Huaca La Florida, 2007. En la parte frontal, donde estaba la "plaza principal" del complejo se aprecia el campo de fútbol del club deportivo (Foto: J.L.F.S.).

Fuentes ubicó y revisó colecciones de tiestos de dos excavaciones: las de Jorge C. Muelle (1957 y 1962-63) y la de Idilio Santillana (1975), además de una de autores anónimos (1967). El resto de materiales analizados procedía de recolecciones de superficie, realizados en varios momentos y por diferentes arqueólogos. Asimismo, buscó en los archivos de los museos mencionados documentos relacionados que ayudaron en su investigación. Aquí sucedió un hecho curioso. Inicialmente, el Director del MNAAHP le dio las facilidades del caso en la búsqueda y reproducción de dicha documentación; sin embargo, una directiva posterior -del mismo museo- le exigió a Fuentes un pago de 100 soles por cada foto que realizara. Una explicación razonable de este contrasentido radica en la interpretación a raja tabla del cuadro de tarifas oficial que aparecía en el texto único de procedimientos administrativos (TUPA) del entonces Instituto Nacional de Cultura.

De esta forma, ante la ausencia de una voluntad política en pro de la investigación, la interpretación y aplicación de las normas queda al criterio de los directivos de turno que lo aplican con mayor o menor acierto, y es que no se puede aplicar a los investigadores tarifas que están concebidas para actividades con fines de lucro. La investigación de las colecciones y/o objetos de los museos beneficiará a la institución que lo permite, en el entendimiento de que la contextualización y compresión de ellos redunda en su valorización. En otras palabras, es un valor agregado que no supone gasto al museo y beneficia a los futuros profesionales en un contexto nacional en donde los subsidios para la investigación de tesis son irrisorios o brillan por su ausencia.


Botella encontrada en la base del montículo izquierdo de la Huaca La Florida. Actualmente está inubicable. Archivo fotográfico del MAA-UNMSM (1955). Foto, cortesía de J.L.F.S.

Por ejemplo, gracias a sus investigaciones, Fuentes mostró por primera vez fotos de la cerámica del Periodo Inicial de La Florida evidenciando aspecto externo, color y decorado en detalle lo que, unido a la re-evaluación de la estratigrafía documentada y comparaciones con hallazgos de estudios recientes, le permitió proponer una nueva tipología y secuencia cronológica para el sitio. Con anterioridad, sólo se habían publicado dibujos de algunos tiestos por parte de Mejía Xesspe y Thomas Patterson. Asimismo, sabemos que queda mucho por organizar y ordenar en los depósitos de los museos pues, por ejemplo, no se pudieron ubicar algunas colecciones de tiestos u objetos, como una botella encontrada por Jorge C. Muelle y Toribio Mejía Xesspe en la base del montículo izquierdo de La Florida (foto de arriba). Fuentes finalizó solicitando, encarecidamente, las facilidades del caso para investigaciones de tesis de grado e instando a mantener el contexto de las colecciones procedentes de investigaciones, destinando los recursos financieros y humanos necesarios.

Por ser una de las primeras organizaciones ciudadanas y políticas, los municipios deberían ser los aliados estratégicos en la conservación y puesta en valor del patrimonio cultural y natural. En este sentido, la experiencia de Andrés Martín Motta García en el Museo Pedagógico Municipal de Santa Eulalia es de particular interés. Esta iniciativa -impulsada por un grupo dirigido por Motta- alcanzó a ser empleado por las escuelas del distrito en sus procesos de enseñanza-aprendizaje práctico; sin embargo, no contó con el apoyo del Alcalde municipal para hacerla sustentable. Analizando las causas de esta ausencia de apoyo, Motta señaló que la población local percibía a los museos como "espacios elitizados" y, por lo tanto, considerados como "perdida de tiempo". Esta percepción era trasladada de padres a hijos, disminuyendo la potencialidad del museo local en la educación.

Motta se sustentó en el enunciado de la UNESCO: "los objetos culturales muebles y los museos que los preservan son excepcionales conservatorios de la diversidad cultural. Centros de acceso a los conocimientos sobre las culturas y de educación formal e informal, participan también en la comprensión mutua y en la cohesión social, así como en el desarrollo económico y humano". La investigación que inició Motta para impulsar el proyecto del museo se alimentó de una tesis de Margarita Gentile que esclarece el nombre nativo de la etnia de la zona "chacalla". Posteriormente, con la llegada de los españoles y la reducción de indígenas se funda un pueblo con la denominación de "Santa Olaya". Gracias a investigaciones se recupera la historia local de comunidades como esta, que se encuentra entre los límites de la ciudad y la comunidad rural, en el Departamento de Lima. Así, el actual distrito de Santa Eulalia recupera la historia de su conformación y denominación, lo cual redunda directamente en el fortalecimiento de su identidad.

Sin embargo, la población local no considera que conocer estos antecedentes le pueda redituar utilidad práctica o lucro. Eventualmente, sólo el hallazgo de restos arqueológicos que juzgan de valor en el mercado atrae su atención hacia el patrimonio prehispánico. Sin embargo, otro aspecto que demandaría la apertura de un museo es el turismo, del que Santa Eulalia se beneficia como lugar de excursiones, lo cual enriquecería la oferta. A pesar de no recibir fondos de la Municipalidad de Santa Eulalia durante su trabajo, Motta reunió una serie de objetos de diversa procedencia y naturaleza. El museo se ofrecía como un espacio donde cursos escolares como "educación cívica y ciudadana" podían ser reforzados mediante "la experiencia viva en el aprendizaje".

Para resumir, entre las debilidades del proyecto del museo se planteó la falta de apoyo político por parte de la autoridad municipal de turno, así como, la falta de compromiso de la población, en general, con su patrimonio y su historia local. Por ejemplo, el sitio arqueológico de San José de Palle viene siendo paulatinamente mermado en su integridad, lo que hace dudar de su permanencia para las futuras generaciones. Una anécdota resume la experiencia de Motta ante los funcionarios del municipio local. Alguna vez sugirió al Regidor de "Educación, Cultura y Deporte" que se incorporen a las actividades de "Vacaciones Útiles" visitas guiadas a los sitios arqueológicos del distrito como parte del reforzamiento de la identidad local en los niños. Su respuesta fue tan tajante como reveladora: "no, solamente fútbol y vóley". En tal tipo de atmósfera relacionada con el patrimonio histórico, no es sorprendente que el proyecto del museo haya sido abandonado y se estén comenzando a perder algunas piezas de su colección.

La siguiente ponencia que comentamos aquí se inscribe en el ámbito de los museos universitarios del interior. Estamos más o menos informados de la problemática que puede atravesar este tipo de museos -y sus colecciones- en la capital, pero es necesario el complemento de la realidad en las instituciones de provincias para sacar conclusiones más consistentes. Las arqueólogas María Isabel Paredes Abad y Flor Carlota Vega Zavaleta presentaron su experiencia en "La investigación de las colecciones del Museo de Arqueología, Antropología e Historia de la Universidad Nacional de Trujillo". Fundado en 1939 este museo universitario posee salas de exhibición que hacen énfasis en el proceso histórico de la costa norte. El local donde funciona actualmente este museo universitario es la "Casa Risco", donada a la Universidad en 1996.


 

Botella escultórica representando un pato guerrero Moche y molde de cerámica. Museo de Arqueología, Antropología e Historia de la Universidad Nacional de Trujillo (Fotos: V.F.H.)

Al carecer de un programa de investigación propio, los objetos en exhibición mayormente proceden de donaciones. La implementación de cada sala fue un interesante esfuerzo conjunto de la institución y donaciones de empresas privadas. De acuerdo a las autoras, a pesar de sus ricas colecciones, la investigación en este museo es esporádica y muy limitada debido al reducido presupuesto y su mínimo personal. Sin embargo, alcanza a atender solicitudes de préstamos para exhibición tanto local como internacionalmente; asimismo, ofrece otros servicios a la comunidad como una biblioteca especializada, contando, además, con colecciones de documentos y fotografías de investigadores como Heinrich Ubbelohde-Doering y Oscar Lostanau, aunque aún no han sido puestas a disposición al público. La experiencia de este museo pone de manifiesto que en la costa norte del país -región de importantes hallazgos en las últimas tres décadas- los museos públicos no cuentan con suficientes partidas presupuestales para brindar otros servicios a la comunidad que no sean la de exhibir los objetos. Si bien en los últimos años se han inaugurado nuevos museos en la zona, claramente, existe una asimetría entre éstos y los ya existentes.

Por su parte, Sandra Martins Farias de la Universidade de São Paulo nos ilustró sobre la poco conocida faceta e influencia del famoso antropólogo norteamericano Franz Boas en la museología y su impacto en Sudamérica a través del Museu do Índio (http://www.museudoindio.org.br), creado en 1953 y ubicado en el barrio de Botafogo, Río de Janeiro. Boas había elaborado una serie de lineamientos -basados en la contextualización de los objetos y la singularidad de las sociedades que los crearon- durante su desempeño al frente del Museo Americano de Historia Natural (http://www.amnh.org). Martins sostiene que a Boas le interesaba que el público norteamericano entendiera a las otras culturas usando como mecanismo una museografía que presentara "la visión de los nativos" a fin de lograr "una comprensión real" de "los otros". Y esto tenía como fin último la integración de las diferentes culturas en una sola Humanidad.


Sandra Martins Farias de la Universidade de São Paulo, Brasil.

Darcy Ribeiro creó el Museu do Índio en las décadas del veinte y treinta del siglo pasado. Concibió este museo de Río de Janeiro en los mismos términos del planteamiento boasiano, en donde las diferencias no eran lo más importante y la inclusión de los indígenas del Brasil en la sociedad nacional era un objetivo prioritario. Para Ribeiro, el museo era un instrumento de combate contra el prejuicio a los indígenas que, hasta la década del cincuenta, eran percibidos por la juventud brasileña como los indios del far west estadounidense. Según Sandra Martins, actualmente el Museu do Índio procura la asesoría de los grupos indígenas para montar sus exposiciones, a la vez que implementa cursos de capacitación para que sean los autores de sus propios registros de memoria, percepción y acción. Para Martins, Boas contribuye a una concepción de los museos más allá del objeto en sí, para colocar al hombre y la comprensión de su diversidad cultural como fin mayor.


Franz Boas (1858-1942)

Los colegas José Luis Pérez Flores y Gerardo Taber (Universidad Autónoma de San Luis Potosí/ Museo Nacional de la Culturas, México) presentaron su experiencia en el "Estudio, uso y destino de la colección egipcia del Museo Nacional de Antropología", una institución emblemática del México de hoy que recibe entre 1.8 y 2 millones de visitantes al año. En la gran colección mesoamericana que alberga este museo se distinguían 65 artefactos egipcios que no habían sido mayormente estudiados. El origen de esta colección alóctona se ubica en el llamado que se hizo cuando se concibió el guión museográfico original que debía contener una "introducción a la antropología" con muestras de "culturas madres" de la Humanidad, por lo que México solicitó aportes de otros museos del mundo.


José Luis Pérez Flores de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México.

Pérez Flores delineó el itinerario de la colección egipcia en el Museo Nacional de Antropología de México. Luego de tres décadas de estar almacenadas, en 1993 y en el marco de la serie expositiva "Grandes Civilizaciones", se monta la exhibición "Dioses, Hombres y Faraones. 3,500 años de cultura egipcia" que alcanza gran éxito y que duró hasta fines de los noventa en donde la colección de objetos egipcios, nuevamente, regresa a los depósitos. En el año 2005 se hace la muestra "Faraones. Culto al Sol en el Antiguo Egipto" en donde se registra una afluencia de 4,500 personas al día. Finalmente, en el año 2007 se realiza la exhibición "Isis y la Serpiente Emplumada" en donde se compara Mesoamérica con Egipto, igualmente, con gran éxito. Al finalizar esta muestra se propone investigar la colección egipcia que, al carecer de contexto, fue abordada mediante la epigrafía, la iconografía y el análisis estilístico. A pesar de las dificultades burocráticas, el trabajo de Taber sobre una pieza con jeroglíficos demostró la viabilidad del método y su posibilidad de investigación pero, sobretodo, el rescate de la colección "de la demoledora crítica de los roedores".

Más adelante, la "Metodología de investigación arqueológica en las colecciones del Museo Tumbas Reales de Sipán" (http://www.tumbasreales.org) fue abordada por Edgar Bracamonte Lévano. Este expuso detalladamente el largo proceso de tratar -inventario, catalogación, almacenaje, etc.- las colecciones procedentes de la "plataforma funeraria" de Sipán de donde se han recuperado hasta ahora dieciocho contextos funerarios de élite Moche. Su exposición demostró que esta fase previa es necesaria y recomendable pues permite un mejor manejo de la información y análisis especializados de los diferentes géneros de artefactos asociados como los cerámicos, malacológicos, metales, etc., sin descuidar su contextualización.


Museo Tumbas Reales de Sipán. Lambayeque. (Foto: V.F.H.)


Edgar Bracamonte Lévano del Museo Tumbas Reales de Sipán.

Cabe indicar que la implementación de un moderno laboratorio de conservación y restauración se debió a la exitosa combinación de aportes del sector privado (Fundación Backus) y del Estado peruano. Asimismo, se logró financiar un proyecto que tiene por objetivo la actualización del inventario, catálogo y embalaje y análisis de las colecciones contextualizadas procedentes de la plataforma funeraria de Sipán que se inició el año 2008 y continuará hasta el 2011. El objetivo final es realizar publicaciones integrales de estos materiales.

Por la naturaleza de sus materiales y especialidad, la siguiente ponencia resultó de particular interés pues se trató de "Los museos de Historia Natural: reto para la conservación y gestión de la biodiversidad" a cargo del Biólogo José Nicanor Gutiérrez Ramos quien trazó el derrotero de este tipo de instituciones en el país. Desde los albores de la República a la Guerra del Pacífico la colección patrimonial peruana en este rubro no tuvo feliz destino. Ya sea vendida o saqueada, su incidencia en la vida cultural y científica nacional que le señalara su inspiración francesa, fue nula. El siglo XX marcaría una inflexión a este respecto pues el 28 de febrero de 1918 la UNMSM inaugura el hoy Museo de Historia Natural "Javier Prado" (http://museohn.unmsm.edu.pe).


Biólogo José Nicanor Gutiérrez Ramos.

De acuerdo con Gutiérrez, en el interior del país, algunas universidades intentan replicar la iniciativa sanmarquina con desigual éxito. A pesar de la extraordinaria biodiversidad del país, en términos generales, este tipo de museos no han asumido un perfil moderno y dinámico pues la ausencia de recursos y programas de investigación propios los hacen languidecer; no se fortalecen los nexos necesarios entre la actividad académica, el desarrollo de conocimientos nuevos y su divulgación entre el público. Concretamente, no obstante su importancia, el Museo de Historia Natural de la UNMSM no termina de asentarse como eje de actividad académica y divulgación científica debido al enervamiento de su nexo con la universidad cuyo fortalecimiento sería responsabilidad de sus autoridades.

La intervención de Mariana Mould de Pease exploró "El museo Manuel Chávez Ballón en Machu Picchu y su proyección al 2011", que revela un detalle poco conocido en la controversia suscitada por las colecciones procedentes de esta ciudadela incaica. Demostró que en 1912 A. Giesecke había propuesto a Hiram Bingham un museo de sitio para Machu Picchu. Este museo fue inaugurado en 1961 gracias al apoyo financiero de Anita Fernandini de Naranjo y reabierto en 2005.


Mariana Mould de Pease

En la reapertura, el entonces director regional del INC David Ugarte Vega Centeno: "hizo referencia a los objetos llevados por Hiram Bingham a los Estados Unidos, donde permanecen en la Universidad de Yale y, según dijo, deben retornar al Cusco para su exposición en el museo de sitio de Machupicchu. Señaló que para el efecto el Gobierno debe iniciar los trámites respectivos a fin de que estos objetos sean devueltos a nuestra ciudad para ampliar la capacidad histórica cultural del museo Manuel Chávez Ballón." (http://www.cuscoweb.com/noticias/detalles.php?d=478). En menos de tres meses los sucesos en torno a este tema han avanzado sobre el lugar que albergará esta colección, incluso -para este efecto- el flamante Ministro de Cultura Juan Ossio ha propuesto un futuro "Gran Museo del Tahuantinsuyu". Sólo el tiempo dirá si esta propuesta se concreta.

Ulla Holmquist nos expuso sobre el "Nuevo sistema de manejo de colecciones del Museo Larco y la posibilidad de tener colecciones multi-curadas". Sin duda, el Museo Larco (http://www.museolarco.org) es una de las instituciones nacionales a la vanguardia en colocar on line sus colecciones gracias a un trabajo sostenido desde hace una década. Con ello, este moderno museo privado pone a disposición del público, en general, y de los investigadores, en particular, múltiples posibilidades de abordar un objeto -o una serie de objetos- desde diversos ángulos y disciplinas científicas, desde, por ejemplo, la musicología hasta la historia del arte, pasando por la arqueología, etc.


Ulla Holmquist del Museo Larco.

Este acertado y singular esfuerzo se inicia, desde luego, con el inventario y catalogación de su 'colección cerrada' -vale decir, no hace más adquisiciones- disponible en el ciberespacio, lo que genera expectativas y demandas en los usuarios ya que permite superar paulatinamente una oportuna revisión. El proceso incide directamente en el perfeccionamiento de esta herramienta y el sistema mismo del manejo de las colecciones en forma eficiente y rápida para satisfacer las demandas del propio museo. Por ejemplo, la inscripción completa de las colecciones en el registro nacional del Instituto Nacional de Cultura (actual Ministerio de Cultura), o el trámite y movimiento de piezas solicitadas para exhibiciones en el extranjero. Asimismo, Holmquist demostró que el sistema informático construido -en base a un software libre y gratuito como Linux- permitió la posibilidad de que investigadores de diversas disciplinas contribuyan a enriquecer las fichas de los diferentes objetos a través de internet y, de este modo, enriquecer la información sobre éstos. Finalmente, esta experiencia demuestra que una inversión inicial en informatizar las colecciones de los museos no depende de grandes recursos sino de una política cultural -para el caso de museos estatales- y/o directivas claras al respecto.

Una singular iniciativa demuestra que los museos pueden asumir y representar realidades e instituciones impensables, se trata de "El Museo de la Justicia del Perú" (http://historico.pj.gob.pe/cortesuprema/cepj/museo_pj/WEB-LA%20JOYA%20DE%20LA%20JUSTICIA/MUSEOWEB.htm) presentado como primicia por el Lic. Ulises Larrea Morales. Creado el 19 de febrero de 2008 tiene por fin conservar, registrar, difundir e investigar el patrimonio cultural que testifica la memoria histórica del Poder Judicial en el ámbito de la República. La sistematización de los diferentes sistemas de derecho, desde el consuetudinario de la época prehispánica hasta aquellos documentos, archivos y elementos conservados como pruebas de casos emblemáticos de nuestro pasado reciente, es el fin de esta joven institución. Su sede se encuentra en el Palacio de Justicia -monumento nacional inspirado en el Palacio de Justicia de Bruselas- que fue inaugurado en 1939.


Ulises Larrea Morales Director del El Museo de la Justicia del Perú.

De acuerdo con Larrea, Director del museo, el arco de interés y actividades del museo no sólo compete a los abogados sino a la sociedad civil en su conjunto, de modo que su institucionalización tiende a asegurar la conservación del patrimonio de los aciertos y desaciertos del Poder Judicial de la Nación. Muy interesante resultó, por ejemplo, una exposición sobre el injusto encierro de César Vallejo y su reivindicación oficial a través de una muestra temporal sobre "los días más tristes de la vida del poeta", o el reconocimiento de la errónea condena a muerte del llamado "Monstruo de Armendáriz"; aspectos muy importantes pues demuestran que un museo es capaz de procesar en forma constructiva los desaciertos -en este caso- del sistema judicial, pues el reconocimiento de los errores testificados por la historia pueden evitar graves reincidencias y despropósitos en el presente y futuro de nuestra sociedad.

Finalmente, la tercera y última Mesa Redonda 3 abordó el tema de "La visión de los pueblos indígenas sobre el patrimonio cultural en/y los museos". Desde un inicio, era claro para los organizadores del evento que -sistemática e increíblemente en el Perú- las voces de los pueblos originarios no habían sido tomadas en cuenta en la conceptualización, creación y gestión de los museos y, mucho menos, en su construcción histórica, a través de los objetos depositados en estas instituciones. Por ello, convenimos en la necesidad de integrarlas en el evento. En esta mesa contamos con la participación de Liliana Tamagno (UNLP/CONICET, Argentina) con la disertación: "Pueblos indígenas, presencias, saberes y patrimonio. La restitución de restos humanos en el Museo de La Plata", y los comentarios estuvieron a cargo de Wilwer Vilca (indígena quechua de Perú) y Rafael Alonso Ordieres (Centro Cultural Pío Aza, http://www.selvasperu.org/). Cabe señalar que el tema de los pueblos indígenas y su relación con el patrimonio cultural en los museos es un tema prácticamente inexplorado en el Perú. Desde esta perspectiva, nos parece pertinente traerlo a colación y debatirlo en nuestro medio pues, además, es un tema cada vez más actual en la región.


Mesa Redonda 3: "La visión de los pueblos indígenas sobre el patrimonio cultural en/y los museos". De izquierda a derecha María Amalia Ibáñez (Moderadora), Rafael Alonso, Liliana Tamagno y Wilwer Vilca.

Liliana Tamagno comenzó señalando que los científicos de fines del s. XIX y comienzos del XX concebían a los pueblos indígenas como parte del "paisaje natural" y, como tales, eran "estudiados y pensados de la misma manera que se pensaba la flora y la fauna". En ese contexto en 1884 se funda el Museo de La Plata (http://www.fcnym.unlp.edu.ar/abamuse.html) dependiente, luego, de la universidad nacional e importante centro de investigación de las ciencias naturales y de la arqueología y la antropología tanto sociocultural como biológica, caso singular en la Argentina. Hoy, los museos se encuentran en contextos diferentes a los siglos anteriores, en consecuencia están sometidos a cambios que, en este caso, proceden de la revaloración y toma de conciencia de los pueblos indígenas marcando un punto de inflexión importante en las políticas sobre el patrimonio cultural.

En 1985 se decía que las poblaciones indígenas en la ciudad "ya no eran indígenas". La línea que defiende Tamagno sostiene que el hecho de que no estén en su lugar de origen no implica la pérdida de la identidad y "que se puede ser indígena de muchas maneras". Se cuestiona entonces: ¿Qué significa ser indígena en un país como Argentina?. En 1989, cierto día en que Tamagno se encontraba dando clases en la facultad, se presentaron dos autoridades del pueblo Mapuche/Tehuelche reclamando los restos del Cacique Inacayal quien -en el trance histórico de la llamada "conquista del desierto" y junto con su familia- había sido recluido en el Museo de la Plata, en donde, asimismo, habían fallecido pasando a formar parte de los "fondos museográficos".


Liliana Tamagno (UNLP/CONICET, Argentina) y Wilwer Vilca (Perú).

Este hecho fue motivo de múltiples tensiones entre los investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo y autoridades de las instituciones públicas. Las posiciones se dividían entre dos grandes posturas: a) es posible devolver piezas que forman parte de una colección del patrimonio del museo vs b) los restos que se reclaman pertenecen a personas identificadas con una historia y origen, tienen nombre y apellido, y son sus descendientes quienes los reclaman. Patrimonio vs derechos indígenas. Finalmente, en mayo de 1991, una Ley (Nº 23.940) determina la restitución de los restos lo que obligó a la institución a devolverlos sin mayor reparo ni debate, prevaleciendo la segunda postura. Luego de este hecho, hubo otros casos. Los pueblos indígenas de Argentina comenzaron a reclamar por sus ancestros. En 1994 los restos del Cacique Inacayal fueron entregados a los reclamantes en una ceremonia en el museo y se fueron con destino a Teka, Prov. de Chubut. En el año 2001 se restituyen los restos de Panquitruz Guor -otra víctima de la "Campaña del Desierto"- secuestrado y recluido como el anterior. En consecuencia, la relación entre la apertura del Museo de La Plata y la "Conquista del Desierto" resultaba clara.

Recientemente, un grupo de alumnos -que luego conforman el Grupo de Investigación en Antropología Social (GUIAS)- plantean la necesidad de una recatalogación de los restos humanos existentes en el museo. En 2006 se identifican 25 piezas óseas humanas con el nombre en vida de los individuos y partes blandas del cuerpo del Cacique Inacayal, que ya había sido restituido oficialmente. Suman 11 restos humanos identificados anteriormente, entre los cuales se encuentra el del Cacique Calfucurá, abriendo un amplio abanico de temas controversiales que tienen que ver directamente con restos humanos correspondientes a pueblos indígenas vigentes. El tema da lugar a una fuerte difusión mediática incentivada por estudiantes.

También en el año 2006 se retiran de exhibición restos momificados y partes óseas de aproximadamente 80 individuos de las salas del Museo de la Plata. Asimismo, se inicia la recatalogación de una serie de fotografías tomadas por Carlos Bruch (entomólogo) a solicitud del etnógrafo Lehmann Nietszhe en el Ingenio La Esperanza, Provincia de Jujuy, en 1906. Otro caso fue el de la niña indígena Aché/Guayaqui (Paraguay), renombrada por sus captores como "Damiana", luego de la matanza de sus familiares en 1896. Esta niña falleció en un manicomio de Buenos Aires en 1907. Su cuerpo fue llevado al Museo de La Plata para su estudio y su cabeza fue remitida a Berlín para el mismo fin.


Fotografía tomada por C. Bruch en el Ingenio La Esperanza, Jujuy, Argentina en 1906.

En este contexto, surgen cuestionamientos sobre la constitución del Estado-Nación de la Argentina alguna vez tildado como "país venido de los barcos", así como los "desiertos" que se comenzaron a conquistar en 1879 y que, en realidad, estaban poblados. Todo indica que los avances sobre el territorio indígena se justificaron y legitimaron sobre la base de concepciones racistas, aniquilando poblaciones y sujetándolas a condiciones de explotación. De acuerdo con Tamagno, las concepciones racistas están presentes en los sujetos por pertenecer a una sociedad gestada bajo la legitimación del racismo. Tamagno concluyó que: a) Los procesos reivindicatorios están sujetos tanto a los avatares de la política científica como a los de la política partidaria, b) Las demandas a los museos no son más que un aspecto de las múltiples reivindicaciones que los pueblos indígenas plantean ahora, c) Estas demandas conducen a una reflexión sobre la relación pueblos indígenas y Estado y d) Implican también una reflexión al interior del propio campo indígena, el cual no es homogéneo y exento de tensiones.


Rafael Alonso Ordieres del Centro Cultural Pío Aza.

Rafael Alonso fustigó los esquemas museográficos que plantean que el impacto europeo en los Andes Centrales constituyó el fin de las tradiciones culturales andino-amazónicas originarias y, concomitantemente con ello, el inicio de una historia sin matices y sin continuidad en el Perú. Señaló que, actualmente, en el territorio peruano hay pueblos que remontan sus tradiciones a épocas más antiguas que los famosos incas y que han sobrevivido a la conquista, las colonizaciones y agresiones llegando hasta la actualidad, refiriéndose concretamente a los pueblos amazónicos. En este sentido, los museos etnográficos que recogen modos de vida -por ejemplo, amazónicos- a través de objetos cotidianos contribuyen a la integración de estos pueblos a la vida nacional, pues fomenta su autoestima y da lugar al fortalecimiento de su identidad local o regional en el escenario social del país.

Seguidamente, el quechua puneño Wilwer Vilca comentó algunas aristas del tema en cuestión y señaló que el poder compartir este diálogo abría un significativo puente de entendimiento entre los pueblos indígenas y los representantes de los museos. Vilca es representante de uno de los 241 pueblos indígenas de la CAN en donde, por si fuera poco, se hablan unas 180 lenguas, configurando un arco de variabilidad notable. Manifestó que, por ejemplo, la devolución de la colección de Machu Picchu -ahora en la Universidad de Yale- sería sólo un aspecto menor de la relación de los pueblos indígenas con los museos precolombinos.

Sostuvo que la sociedad nacional los sigue "castrando", pues se toman objetos -y cuerpos- de sitios y tumbas de sus ancestros sin ningún respeto. Sus vidas están mutiladas y, una parte, se encuentra en los depósitos de los museos. Sostuvo que los pueblos indígenas, al tener una visión integral y holística de la sociedad, conciben que el territorio y su contenido "tiene vida y espíritu" con roles específicos. Sus ancestros son parte de esa vida y éstos alcanzan la categoría de dioses. Cuando se toma una huaca, cuando se saquean sus sitios sagrados o son despojados de sus territorios al mismo tiempo se están "encajonando" a los espíritus. Y esto implica un permanente divorcio entre las piezas arqueológicas o etnográficas y la vida de los pueblos. Expresó que existen frecuentes choques entre la manera de ver que tiene el científico donde las piezas que recoge y exhibe son inertes, sin vida, en contraposición con la concepción indígena donde esos objetos no están muertos, son seres vivientes que están "atomizados" en los museos. Vilca expresó que no se les permite acceder a los lugares arqueológicos o museos sin previo pago, siendo éstos bienes patrimoniales creados por sus antecesores, generando un contrasentido que, desde su punto de vista, es irracional.


Izquierda: Liliana Madrid de Fundación Pajcha, Salta. Derecha: Amalia Ibáñez y Toti Díaz del Museo de Antropología de Salta, Argentina.

La mesa redonda que acabamos de comentar fue el puntapié de una serie de ponencias que plantearon experiencias de museos interculturales, participativos y con inclusión social. Es decir, propuestas en las que se intenta superar el divorcio existente entre las comunidades o grupos sociales y los museos que custodian su patrimonio. Dicotomía tan presente en los megamuseos tradicionales creados a fines del siglo XIX. Fueron experiencias de museos privados como el de Pajcha, Salta (http://www.museopajchasalta.com.ar) y el Museo Afroperuano de Zaña, Chiclayo (http://www.museoafroperuano.com), municipales como el Museo Arqueológico de Cachi "Pío Pablo Díaz" (Salta) y el Museo Histórico Municipal de Alpachiri (La Pampa) y comunales como el de Campo Durán (Salta). Museos que se abren a la comunidad, dialogan e investigan junto con ella y manifiestan que los pueblos no son estáticos sino dinámicos y que también se transforman.


Izquierda: Sonia Arteaga del Museo Afroperuano de Zaña, Chiclayo. Derecha: Virginia Gunther del Museo Histórico Municipal de Alpachiri, La Pampa. Argentina.

El evento representó un espacio en donde la problemática enfocada se abordó desde diversos ángulos. Un tema recurrente fue la influencia que los avatares que la política nacional imprime sobre la institucionalidad de los museos nacionales y que tiene, en pocos casos, aspectos negativos. Los actores sociales que se encuentran e interactúan en el museo -profesionales, investigadores, minorías y público en general- deberían prevalecer por encima de las autoridades "de confianza" que son colocadas en los cargos directivos. Aspecto complicado, desde que la política instrumentaliza al patrimonio cultural y sus instituciones en función de sus intereses coyunturales. Lo más significativo de los aportes es que, en términos generales, fueron desde el objeto (colecciones de museos) al sujeto (actores sociales). Creemos que los museos deberían implementar guiones más inclusivos y -los profesionales que trabajan en ellos- ser más receptivos en relación a la voz y opinión de las poblaciones.

Las colecciones de museos y su investigación es un tema -entre otros muchos- que nos toca reflexionar como intelectuales y tras ello tomar acciones y posiciones consecuentes con nuestro rol como investigadores sociales, pero también como integrantes de una sociedad -que trascienda todas las fronteras no solamente nacionales- abierta al futuro. Este evento enfrentó el reto de asumirnos autocríticamente, aceptar nuestra realidad y a partir de ella -en un diálogo abierto a con todos los posibles actores- generar una corriente de pensamiento y acción que esperamos trascienda los días el evento. Creemos que esfuerzos colectivos, como el de esta experiencia, deben ser parte de nuestra práctica social y concientizarnos de nuestro impacto en la sociedad. Esperamos que este evento forme parte de un diálogo siempre abierto que busque los espacios existentes y cuando estos no existan crearlos a punta de solidaridad.


Ponentes y asistentes al cierre del Simposio.



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